Endomicorrizas

Ejemplos de hongos endomicorrícicos

Los hongos endomicorrícicos (más comúnmente denominados endomicorrizas) son uno de los principales tipos de micorrizas conocidos que se diferencian del otro tipo de micorrizas, las ectomicorrizas, en su estructura. A diferencia de las ectomicorrizas, que forman un sistema de hifas que crecen alrededor de las células de la raíz, las hifas de las endomicorrizas no sólo crecen dentro de la raíz de la planta, sino que penetran en las paredes de las células de la raíz y quedan encerradas en la membrana celular (1). Esto hace que la relación simbiótica entre los hongos y la planta sea más invasiva. Las hifas penetrantes crean una mayor superficie de contacto entre las hifas del hongo y la planta. Este mayor contacto facilita una mayor transferencia de nutrientes entre ambos. Las endomicorrizas se han clasificado a su vez en cinco grandes grupos: micorrizas arbusculares, ericoides, arbutoides, monotropoides y orquídeas (2).
Las endomicorrizas tienen varias funciones, la principal de las cuales es la adquisición de nutrientes. Las endomicorrizas facilitan el intercambio de nutrientes entre la planta huésped y el suelo. Las micorrizas ayudan a absorber agua, fósforo inorgánico, nitrógeno mineral u orgánico y aminoácidos. A cambio de que las micorrizas aporten todos estos nutrientes, la planta, a su vez, proporciona carbono a las micorrizas (1). Esta relación beneficia enormemente a ambos organismos. Las micorrizas aumentan en gran medida la superficie del sistema radicular de la planta, lo que resulta enormemente beneficioso en zonas donde la sequía es habitual. También es beneficioso en zonas donde el suelo es pobre en nutrientes. La mayor superficie da a esas plantas una ventaja sobre las que carecen de esta relación simbiótica, lo que permite a las plantas con relaciones micorrícicas competir por los nutrientes. Las micorrizas también ofrecen a las raíces de la planta un poco más de protección (3).

Endomicorrizas pdf

Ilustración de la rizosfera.[1] A=Bacterias consumidoras de amebas; BL=Bacterias de energía limitada; BU=Bacterias de energía no limitada; RC=Carbono derivado de la raíz; SR=Células ciliadas de la raíz; F=Hifas de hongos; N=Gusanos nematodos
La rizosfera es la estrecha región del suelo o sustrato que está directamente influenciada por las secreciones de las raíces y los microorganismos del suelo asociados, conocidos como el microbioma de las raíces[2] La rizosfera que envuelve los poros del suelo contiene muchas bacterias y otros microorganismos que se alimentan de las células vegetales desprendidas, lo que se denomina rizodeposición,[3] y de las proteínas y los azúcares liberados por las raíces, lo que se denomina exudado de las raíces[4] Esta simbiosis da lugar a interacciones más complejas, que influyen en el crecimiento de las plantas y en la competencia por los recursos. Gran parte del ciclo de nutrientes y de la supresión de enfermedades por medio de antibióticos que necesitan las plantas, se produce inmediatamente junto a las raíces debido a los exudados radiculares y a los productos metabólicos de las comunidades de microorganismos simbióticos y patógenos[5] La rizosfera también proporciona un espacio para producir aleloquímicos para controlar a los vecinos y parientes[6].

Dos ejemplos de endomicorrizas

Una micorriza arbuscular (AM) (micorrizas en plural, también conocidas como endomicorrizas) es un tipo de micorriza en la que el hongo simbionte (hongos AM, o AMF) penetra en las células corticales de las raíces de una planta vascular formando arbúsculos. (No debe confundirse con la ectomicorriza o micorriza ericoide).
Las micorrizas arbusculares se caracterizan por la formación de estructuras únicas, arbúsculos y vesículas por parte de los hongos del filo Glomeromycota. Los hongos AM ayudan a las plantas a captar nutrientes como fósforo, azufre, nitrógeno y micronutrientes del suelo. Se cree que el desarrollo de la simbiosis micorrícica arbuscular desempeñó un papel crucial en la colonización inicial de la tierra por las plantas y en la evolución de las plantas vasculares[1].
Se ha dicho que es más rápido enumerar las plantas que no forman endomicorrizas que las que sí lo hacen[2]. Esta simbiosis es una relación mutualista muy evolucionada que se da entre los hongos y las plantas, la simbiosis vegetal más frecuente que se conoce[3], y los HMA se encuentran en el 80% de las familias de plantas vasculares que existen en la actualidad[4].

Endomicorrizas arbusculares

Los hongos endomicorrícicos (más comúnmente denominados endomicorrizas) son uno de los principales tipos de micorrizas conocidos que se diferencian del otro tipo de micorrizas, las ectomicorrizas, en su estructura. A diferencia de las ectomicorrizas, que forman un sistema de hifas que crecen alrededor de las células de la raíz, las hifas de las endomicorrizas no sólo crecen dentro de la raíz de la planta, sino que penetran en las paredes de las células de la raíz y quedan encerradas en la membrana celular (1). Esto hace que la relación simbiótica entre los hongos y la planta sea más invasiva. Las hifas penetrantes crean una mayor superficie de contacto entre las hifas del hongo y la planta. Este mayor contacto facilita una mayor transferencia de nutrientes entre ambos. Las endomicorrizas se han clasificado a su vez en cinco grandes grupos: micorrizas arbusculares, ericoides, arbutoides, monotropoides y orquídeas (2).
Las endomicorrizas tienen varias funciones, la principal de las cuales es la adquisición de nutrientes. Las endomicorrizas facilitan el intercambio de nutrientes entre la planta huésped y el suelo. Las micorrizas ayudan a absorber agua, fósforo inorgánico, nitrógeno mineral u orgánico y aminoácidos. A cambio de que las micorrizas aporten todos estos nutrientes, la planta, a su vez, proporciona carbono a las micorrizas (1). Esta relación beneficia enormemente a ambos organismos. Las micorrizas aumentan en gran medida la superficie del sistema radicular de la planta, lo que resulta enormemente beneficioso en zonas donde la sequía es habitual. También es beneficioso en zonas donde el suelo es pobre en nutrientes. La mayor superficie da a esas plantas una ventaja sobre las que carecen de esta relación simbiótica, lo que permite a las plantas con relaciones micorrícicas competir por los nutrientes. Las micorrizas también ofrecen a las raíces de la planta un poco más de protección (3).